domingo, 29 de enero de 2012

Pescado a la Sal



Esta receta es, por mucho, la manera en que más me gusta el pescado. Lo vinimos a descubrir hace apenas dos años, en casa de una amiga cuya tradición culinaria es ciertamente increíble, aún más tomando en cuenta que vivió en Cuba hasta el otro día. Pues a mí, que tomaba el pescado como mi proteína animal favorita ya desde hacía años, el probar esta exquisitez suponía ahora el non plus ultra. Lo que más llama la atención es que es imposible superar en sencillez una receta que maximiza el aroma y sabor propios del alimento. Es la demostración culinaria de la Occam's razor. Es, para mí, un antes y un después en la historia del pescado.

Normalmente, se deben escoger pescados que tengan una piel dura; así la sal con la cual se hornea no traspasa a la masa, pues ésta resultaría en extremo salada. Yo lo he hecho con dos tipos, lubinas, y doradas. Esta receta va con doradas, pero es exactamente lo mismo.

Ingredientes
- Pescados frescos, enteros, sin escamar
- Sal marina gruesa, para hornear
- Especias (tomillo, romero) -opcional.

Elaboración  
Normalmente se compra un kilo de sal por 500gr de pescado. A nosotros siempre nos sobra sal según esta regla. Sobre la bandeja con la cual se horneará, se pone una capa de sal gruesa, de entre medio y un centímetro de espesor. Procurar que quede compacta. Luego se colocan los pescados, los que tendrán encima algunas hierbas aromáticas, si se quiere, y se les echa por encima el resto de la sal, cubriéndolos con una capa del mismo grosor, uniformemente, quedando compacta. Deben de estar absolutamente cubiertos; sin embargo, a nosotros nos gusta dejar el ojo del pescado a la vista, porque nos dará un criterio de cuándo está listo. Meter entonces en el horno precalentado, a 180ºC durante aproximadamente 35 minutos (calor arriba y abajo). Chequear si transcurrido este tiempo, el ojo del pescado está blanco y totalmente opaco. Si es así, el pescado está listo. Además, la capa de sal debe estar dura, petrificada. Eso significa que la sal ha creado una cápsula hermética y que el pescado se ha cocinado en sus propios jugos. 
Al sacar del horno, retirar las capas de sal con mucha delicadeza, pues pueden haber partes de la piel del pescado adheridas a la sal, y que se desprendan, lo cual no sólo rompería la estética del plato, sino que además puede meterse sal a la masa y salarlo de más. Suave, con un cuchillo, ir rompiendo la sal petrificada poco a poco , hasta que queden los pescados al descubierto.  

sábado, 28 de enero de 2012

Magdalenas



Pues…estas son mis magdalenas! Esta vez he comprado unos moldes de metal, sobre el cual pongo los capacillos normales de papel. Esto lo hago porque cuando horneo solamente sobre el papel, la masa se expande y toda la magdalena pierde su forma redonda. También lo hice con la esperanza de que quedaran un poco cabezonas, y aunque el resultado fue mucho mejor, todavía no están como de panadería. Esto tiene que ver con manejar unos tiempos de horneado, que todavía no controlo bien. Así que esto es, como siempre, work in progress…
En cualquier caso, según mi más fiel catadora, han quedado especialmente buenas! crujientes en la superficie, y el interior bastante esponjoso; yo creo que eso es lo ideal. Esta es de las recetas más sencillas de magdalenas que uno puede hacer; digo yo que la tradicional. Aquí va!

Ingredientes (17 ó 18 unidades)
- 4 huevos medianos
- 200g de azúcar
- 200g de mantequilla 
- 200g de harina
- 15g de levadura química 
- nueces picaditas (opcional)


Elaboración
Parece ser que en todas las recetas con huevo, es conveniente empezar a trabajarlos una vez están a temperatura ambiente. Bien, pues se echan los huevos en un bol grande, y se mezclan un poco con una varilla o un tenedor. Se añade el azúcar y se bate todo hasta que salgan burbujitas (y los huevos estén más blancuzcos), y esté bien mezclado. Luego se añade la mantequilla, previamente derretida, y la harina (tamizada) y la levadura. Se mezcla todo bien hasta que desaparezcan los grumos y esté homogéneo. Cuando la mezcla esté lista, se puede poner a precalentar el horno, a 200ºC. Entonces se van rellenando los capacillos sobre la bandeja del horno (yo pongo papel vegetal abajo, para que no se peguen). Es importante que los capacillos no se llenen hasta arriba, porque la mezcla crece bastante, debido a la levadura. Yo los lleno hasta la mitad más o menos. Pues bien, cuando estén montados y el horno caliente, se meten, a unos 180º durante 20 ó 25 minutos (calor arriba y abajo). De todas formas, esto del tiempo es relativo; hay que estar vigilantes de que las magdalenas no se vean resecas, y que no se quemen demasiado en la superficie. Uno puede bajarlas, o en último caso poner calor sólo abajo. Pero definitivamente, para que sigan creciendo en el centro, hay que hacer algo con la temperatura del horno, que yo todavía no sé muy bien. Quizás es algo así como bajar un poco la temperatura a la mitad del tiempo. En fin…cuando hayan pasado esos 20 minutos, se pinchan con un palillo, y si sale seco, es que ya están listas.

sábado, 14 de enero de 2012

Pan…y punto.





He aquí una de las primerísimas cosas que aprendí a hacer en la cocina, desde que salí de Cuba. "Hacer el pan" dejó de ser en ese momento una mera alusión al logro oportuno, para convertirse así en una acción literal. Esta receta la aprendí en una pequeña cocinita de Hamburgo, cuyo recuerdo viene inevitablemente asociado en mí a olores de tomillo y romero. Me la enseñó un chamán tedesco, que representa para mí el espíritu del bosque nórdico encarnado. Por aquellos tiempos, en esa casita mágica de él y mi amigo, se definía a borbotones, y de manera multisensorial, todo aquello que a la postre vendría a ser mi muy personal noción de lo que es Alemania.  Pero el pan…el pan; ese pan que haces con tus propias manos; ese al que impregnas tu humor a través de tus dedos; ese pan cuyo horneado finaliza inevitablemente con el aviso de tu intuición; ese pan…no tiene igual. El pan que presento a continuación se hace encendiendo una velita en la cocina, para que los espíritus del bosque nórdico se conjuren y te guíen, pues sólo así, estarás alimentando tu cuerpo, y a la vez tu alma. 

La receta es bien sencilla:

Ingredientes (para medio kilo de pan):
500g de harina
250ml de agua
25g de levadura fresca
1 cucharadita de sal
1 cucharadita de azúcar
2 cucharadas de aceite
semillas (opcional)

Preparación:
Se tamiza la harina primero que todo, como siempre. Luego se juntan en un bol grande la harina primero, y luego el resto de los ingredientes (excepto las semillas). A mí me gusta dejar el agua en el centro de la harina, en forma de volcán. La levadura fresca se añade desmenuzada en boronillas lo más pequeñitas posible. Una vez todo junto, se comienza a amasar con la mano, poco a poco, homogeneizando todos los ingredientes. El amasado debe ser siempre de afuera hacia adentro, como estirando los bordes de la masa hacia afuera y poniéndolos sobre el centro, y así con cada parte del borde, una y otra vez, de forma enérgica. Idealmente, un buen amasado resulta en una masa que, cuando se estira, no se abre o se separan partes de la misma, sino que queda más bien homogéneamente "elástica". Uno amasa hasta que considera que ve que ya la textura no se abre o se abre al mínimo. El tiempo no lo sé…quizás 15 ó 20 minutos? en cualquier caso es de las cosas que yo más disfruto de la receta, por lo que el tiempo se me va volando. Una vez está lista, se tiene que dejar levar. Yo la meto en un bol y le pongo un paño por encima, y la trato de dejar cerca de un lugar cálido, como debajo de la calefacción por ejemplo. Yo la dejo una hora ahí, para que la masa suba bien, y puede llegar a hacerlo al doble o quizás más. Luego, la retiramos y toca amasar de nuevo. Notamos cómo la masa está blandita y es más fácil aún manipularla. Si tengo espacio, intento amasar siempre sobre una mesa, para tener toda la libertad de movimiento. Es en este segundo y último amasado, en donde se pueden añadir las semillas que uno quiera, quizás pasas, frutos secos, etc. Mis semillas preferidas para echarle al pan son las de amapola (como este de la foto que hice hoy). Luego me encanta echarle ajonjolí, o pipas de girasol. Así pues, se amasa bien nuevamente, otro ratico, hasta que uno vea que esas semillas ya están uniformemente distribuidas. Entonces se procede a levar por última vez. Aquí también lo dejo una hora, al calorcito. Terminada esta fase, la masa debe haber crecido considerablemente, y entonces lo que queda es el horneado. Yo lo hecho en un molde metálico, cuyas paredes engraso un poco con mantequilla, para que el pan no se pegue. Pero si no se tiene o no se quiere poner en el molde, no debe pasar nada; simplemente se pone sobre la bandeja, con papel de hornear, y cogerá la forma que le demos…redondeada por ejemplo. Lo meto en el horno (ya precalentado) a 180º - 190º durante unos 40 - 50 minutos; con calor arriba y abajo, y muy importante: con un recipiente abierto con agua dentro del horno. Esto se hace para que provea de humedad el horneado y la masa no quede tan reseca. El tiempo exacto no lo sé, y yo detengo el horneado en algún momento en  ese intervalo, dependiendo de cómo vaya viendo el pan, la superficie, etc. Notar que la superficie puede parecer ya lista mucho antes de que el pan esté realmente listo. A veces sobre el minuto 20 yo ya veo la capa superior doradita y terminada. Pero sacar el pan antes de 40 minutos puede ser riesgoso de que adentro todavía no esté del todo cocinado. Una vez se saca, yo meto un palillo de dientes, o un cuchillo, hacia adentro, y al sacarlo, debe estar seco. Si está húmedo es que el pan no está listo. 

Para cortarlo creo que es importante dejarlo enfriar; si no, se puede desmoronar más fácilmente. Cuando el pan se enfría (bueno no frío, pero sí tibiecito) ya está más compacto y listo para ser cortado (y comido!!!)


martes, 3 de enero de 2012

Tiramisú


Desde hace dos años más o menos estoy haciendo este postre; siempre con alguna variación: con licor o sin licor; con cacao amargo de distintos tipos, o diferentes bizcochos, etc. En cualquier caso, mi estancia en Italia me hizo ganar más intuición al respecto, y ahora creo que me queda aceptablemente bueno. Hay una variante de esta receta en la que, en vez de intercalar pisos de bizcocho con crema, se ponen todas las capas de bizcocho abajo y toda la crema arriba. Tiene su chiste…lo he probado en Roma y está excelente; pero aún así, creo que prefiero ésta, la manera tradicional. Ah! por cierto, esta receta la hice con Havana Club jejejeje. Por ahora el bizcocho no lo hago; pero quizás en un futuro cercano me decidiré.





En fin…la receta va como sigue:

Ingredientes (para 4 personas):
250g de mascarpone
300g de bizcochos (como los de los helados de Coppelia caballero)
3 huevos
3 cucharadas de azúcar
cacao amargo
licor (opcional)
café

Procedimiento

Para la crema: Se cogen los huevos y separamos las yemas de las claras en fuentes apartes. Se baten las claras a punto de nieve y se reservan. Luego batimos las yemas con el azúcar hasta que quede una mezcla homogénea amarillo pálido. A esta mezcla, una vez lista, se le añade el mascarpone y se bate todo hasta que se homogenice.  Luego se van añadiendo poco a poco las claras montadas, y se baten de forma envolvente y lentamente para que las claras no se bajen mucho. Una vez todo está homogéneo y bien mezclado, la crema está lista

Los bizcochos: Se prepara bastante café, con el que luego se van a bañar los bizcochos (que son muy absorbentes), y luego añadimos un toque de licor si es que lo hacemos con alcohol. Todo se mete luego en una fuente cómoda para poder hacer el baño de los bizcochos. Cada bizcocho va empapado de café pero no demasiado. Unas vueltas de 2 ó 3 segundos. Si partimos el bizcocho por la mitad veremos que todavía el centro está seco, aunque los bordes estén mojados y blanditos. Esto debe ser un poco así, porque si se dejan demasiado tiempo en café, al final cuando el dulce está listo veremos que los bizcochos han quedado totalmente deshechos en una masa muy blanda y sin cuerpo, y es preferible que esto no sea así. 

Entonces, se coge el refractario y se va montando el dulce. Simplemente poniendo una capa de bizcochos bañados, y luego poniendo crema para cubrirla, y así se hace con el segundo, o el tercer piso si queremos. A mí me gusta dejar que el último piso de bizcochos se cubra de una gruesa capa de crema; o sea que hay que calcular más o menos cuánta crema dejar para el final. Al final, sobre el todo, se mete cacao en polvo, o una tableta de chocolate negro (quizás 80%) rallada, tras lo cual luego he añadido pedacitos pequeños del mismo para adornarlas. Una vez terminado se mete en la nevera por algunas horas. Yo intento dejarlo no menos de tres, pero por supuesto esto no siempre es posible debido a las prisas….

Crema de Queso


En mi segunda y última vez que he hecho esta receta, creo que he encontrado la manera definitiva (gracias Tensy!). Hay pocas cosas mejores que cocinar para amigos, y más en una casa de ensueño, de decorado rústico, al lado de un bosque lejos del aburrido bullicio urbano. Imagino que esta receta sirva de base para hacer no sólo la crema de queso, sino también la "Virginia", o incluso aquella espectacular Crema de Conejo que servían antes en uno de los restaurantes preferidos de mis padres: "El Conejito". Lo otro es que esta foto no me ha convencido del todo (no logré coger bien la textura de la superficie de la crema)… así que espero mejorarla en próximas ediciones!

Terminando con la muela, aquí va la receta:

Ingredientes (para dos personas):
100g de queso gouda
1 litro de leche
60g de harina de trigo normal
60g mantequilla
nuez moscada en polvo
sal


Preparación:
Bechamel: Lo primero es tamizar toda la harina. Se pone luego a hervir la leche en una cazuela aparte. Mientras, se pone la mantequilla en otra cazuela, y una vez derretida, se añade la harina y se cocina un poco a fuego medio. Es importante que esto se haga en cazuela y no en sartén, porque aquí es donde se cocinará de principio a fin la bechamel, o sea que tiene que ser lo suficientemente amplia como para contener todos los ingredientes y revolver sin derramar. Yo cojo una espátula de madera y comienzo a revolver la mezcla. Esto se hace para que luego la bechamel no sepa a harina cruda. Tampoco hay que dejarla tostar demasiado, sino hasta que coja un colorcillo ocre y esté homogénea.  Una vez así, se baja a fuego lento y se va añadiendo poco a poco la leche hervida (que yo la mantengo calentita, con la hornilla al mínimo), en cucharones a la mezcla y se va revolviendo todo hasta homogeneizar. Entonces se echa más leche así de dos en dos cucharones, revolviendo, logrando cada vez una mezcla más líquida. A mí me pasó que cuando llevé la mitad de la leche echada ya la consistencia de la bechamel se parecía mucho a la que tendría al final. Entonces está la disyuntiva de seguir echando leche o no. La solución es seguirlo haciendo, porque si no, no se respetan las proporciones correctas de la receta. La bechamel al final no se va a licuar más, porque como todo esto va cocinando lentamente, la leche hierve un poco en la mezcla y la bechamel no pierde consistencia. Una vez utilizada toda la leche, el cuerpo de la bechamel debe ser el correcto, y se procede entonces a echar sal y nuez moscada al gusto.


El toque de queso: Una vez la bechamel está lista, y sin apagar el fuego, adjuntar la mitad del queso gouda, rallado grueso, y revolver hasta que se derrita todo bien y se integre a la crema. Al final, a la hora de servir, el resto que queda (también rallado) lo echo arriba para adornar, y para completar la receta con todo el queso que lleva.



domingo, 1 de enero de 2012

Tiramisù




(leer aquí en español)
Da quasi 2 anni sto facendo questo dolce. L'ho imparato anche prima di venire a l'Italia, ma una volta sono arrivato la, certamente la mia intuizione al rispetto ha migliorato. Comunque, questa volta è stata speziale, non solo perché l'ho fatto in capodanno, ma anche perché secondo miei carissimi ospiti ha avuto il punto giusto in tutti gli ingredienti. Io so che il tiramisù non ha una ricetta fissata, eccetto per il fatto d'avere sempre qualche cosa simile al savoiardi, che s'inzuppa nel caffè, e dopo si monta con una crema fatta con formaggio mascarpone, uova, zucchero, ecc. La gente spesso lo fanno mettendo liquore al caffè, ma secondo me non è essenziale. Questa volta, invece, ho messo rum Havana Club!! bianco, di 3 anni. Ma uno può mettere whisky, amaretto, insomma...

C'è qui la ricetta: 

Ingredienti (per 4 persone):  
250g di mascarpone 
300g di savoiardi (biscotti)
3 uova
3 cucchiai di zucchero 
cacao amaro
liquore (opzionale)
caffè
   
Procedura
Per la crema: Prendiamo prima le uova e separiamo gli albumi dei tuorli in due fontanine separate. Frullare dopo gli albumi a punto neve. Separatamente frulliamo i tuorli con il zucchero fino ad ottenere una mescola omogenea (anche un po' palida). Quando questa mescola è pronta, aggiungere il mascarpone e continuar frullando tutto l'insieme. Una volta questo è omogeneo, aggiungere gli albumi lentamente e frullare di forma circostante. Tutto deve diventare omogeneo, chiaro. 

I biscotti: Si prepara il caffè (abbastanza direi, perché questi biscotti sono molto assorbente), e s'aggiunge il liquore si abbiamo voglia. Tutto si mette in una fontana comoda per poter inzuppare i biscotti. Ogni biscotti va inzuppato ma non troppo; diciamo, qualche secondi fino ad avere l'estero un po morbido. Si togliamo il biscotto a metà, vediamo che il centro è ancora asciutto. Deve essere così, altrimenti alla fine, quando il dolce è pronto, la masa è troppo morbida, senza corpo. 

Allora, si prende il refrattario e si monta un piano di biscotti inzuppati, e s'alterna con una cappa di crema fino a coprire tutto il piano. Così si fa con il secondo, terzo piano, ecc. A me piace lasciare la maggior parte de la crema come coperta del piano finale. Al gusto sembra tante buona  :-)  Bene, ma alla fine quello che io faccio è, sia mettere cacao amaro in polvere, sia una tavoleta di cioccolato nero (80% forse?) grattuiata sopra il tutto. Dopo si vogliamo, come ho fatto quest'utlima volta, possiamo mettere pezzettini dello stesso cioccolato, per fare un po di estetica. Bene. dopo tutto questo, si mette nel frigo per qualche orete. A me non piace lasciarlo meno di tre ore, ma come sempre, uno fa quello che può, dipendendo di quanto in fretta uno è :-)